lunes, 16 de febrero de 2015

Equilibrio

Cada uno de enero, al amanecer, nos encontramos en la playa. Yo le enumero, exhausto, las almas que salvé, los desheredados a los que di esperanza, la paz que instauré entre enemigos acérrimos. Él me relata, cansado,  las violaciones de inocentes que perpetró, los gobiernos que corrompió, el odio que sembró entre hermanos. Después, en silencio, nos desvestimos. Así, desnudos, somos indistinguibles. Imágenes simétricas de un espejo. A continuación,  él se coloca mi hábito raído y mis sandalias;  yo me enfundo su traje perfumado y sus guantes de cabritilla. Y nos despedimos, deseándonos suerte, hasta el año que viene.





6 comentarios:

Luisa Hurtado González dijo...

Me gustó mucho y me sigue gustando. Cuánta verdad hay esa alternancia, tan natural y tan cercana, del mal y del bien.
Es un texto como... muy de verdad. No sabría explicarlo de mejor modo.

Felicidades por haberlo escrito así, tan elegantemente.

Jes Lavado dijo...

Muchas gracias, Luisa. Y enhorabuena por tu hiperbreve "El pequeño". Me produjo escalofríos. Me alegra que te guste, tanto el fondo como la forma. Un abrazo grande.

Javier Ximens dijo...

Muy bien narrado, Jes, y no cabe la menor duda que muchas veces no se sabe quién es el bueno y quién el malo, o si es el mismo.

Jes Lavado dijo...

Gracias, Ximens. Me parece que tus sospechas están bien fundadas. Yo, a veces, pienso lo mismo. Besos.

jaal dijo...

Muy bueno.

Saludos

Alfred dijo...

Dos caras de la misma moneda, el bien y el mal en un buen micro.
Saludos.