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martes, 12 de agosto de 2014

S.O.S.

   De la luna llena como una torta de yeso cuelga desde hace días, puede que años, un cordel plateado. Tras la caída del sol aumenta su brillo, pero nadie parece advertirlo. Bandadas de alcatraces y vuelos transoceánicos pasan junto a él indiferentes. Los pájaros porque, como es lógico, les importa un bledo; los pasajeros, porque probablemente surcan el cielo inmersos en entrañables comedias románticas o complicados balances de ventas. Legiones de astrónomos y controladores aéreos han sido incapaces de detectarlo, y atribuyen sus destellos a interferencias atmosféricas, o a despistadas auroras boreales.

   Tras la luna redonda como un crêpe, en su cara oculta, el náufrago de un zepelín extraviado teje día y noche un cordel con los restos de su nave, y lo deja caer con la esperanza de que, alguna noche, un loco enamorado lo atrape y baje la luna para su amada. O que un niño osado suba a una colina y tire de él, abriendo al fin la enorme piñata que cuelga  sobre La Tierra.



Este relato es mi propuesta para el mes de agosto del concurso "Esta Noche Te Cuento". El tema es: "Bajo la luna llena". Lo podéis leer allí en este enlace.

sábado, 9 de agosto de 2014

Apocalipsis

   
En la número 9, Supermán se rasca la inmensa barriga, apura el vaso de güisqui  y se tira un pedo que agujerea los mugrientos calzones rojos y rasga las cortinas. Después arroja varios billetes a una prostituta que le mira con odio entre toses ahogadas.
En la 11, Batman se inyecta heroína mientras observa a un adolescente bailar desnudo frente a él.  Lobezno aúlla a cuatro patas y gimotea como un cachorro cuando una dominatrix  anciana le azota las nalgas. 

Dos puertas más allá, Spiderman recorre las paredes cazando arañas que ingiere con deleite y repite como un mantra la palabra “Albacete“.
En la recepción, Wonder Woman derrama sus 160 kilos sobre el mostrador. Empalma un cigarrillo con el siguiente, la atención fija en una telenovela.  Pero la interrumpen Supermán, que baja a por hielo, y Batman, que se ha quedado sin condones. Entonces comienzan las noticias, con sus aviones comerciales derribados, sus guerras fratricidas y sus madres desconsoladas cargando a hijos muertos en los brazos. Lo de siempre.
—Fue un terrible error contarles la verdad. No debimos permitir que dejaran de creer en nosotros —murmura Supermán.
—Que les jodan —masculla Batman.
Spiderman, entretanto,  hace pucheros encaramado a una lámpara.

Imágenes: Greg Guillemin




martes, 8 de julio de 2014

MORIRSE DE ABURRIMIENTO



   El pequeño José Aquilino de Todos los Santos languidecía en el funeral, pero no de pena, sino de aburrimiento. Y fue quizá el tedio lo que le llevó a aprovechar el momento de dar la paz ­–ese paréntesis en el que las disciplinadas  bancas de la iglesia se agitan como un  banco de sardinas visitado por un escualo─ para trepar de moflete en hombrera, de joroba en peluquín, como un chimpancé a la fuga. Faltándole el  aire (y casi la vida), atravesó un laberinto de abrazos incómodos, esquivó besos repulsivos, pasó de la prisa a la ansiedad y de ésta a la desbandada frenética. Y así, buscando la salida de aquella jungla, acabó, nadie sabe cómo, en un funeral distinto, donde de repente le llamaban Pepín con gran familiaridad y se dejaba consolar por una multitud susurrante. Este hecho, que al principio le causó gran inquietud, se tornó ciertamente pavoroso cuando, finalizadas las exequias, José Aquilino de Todos los Santos, ahora Pepín, se quedó allí incapaz de moverse, asido a las manos de sus nuevas tías solteronas, junto a sus recién adquiridos primos translúcidos y un nutrido grupo de parientes espectrales, mientras la noche gélida caía sobre el cementerio.


 


Y FELIZ VERANO!

P.S.: No sé cuando volveré. Puede ser el mes que viene, dentro de varios años, o nunca. En cualquier caso, ha sido un placer. Despidámonos apropiadamente en la lengua de Schiller: Auf Wiedersehen!










viernes, 25 de abril de 2014

LAPSUS

   El niño abre el libro por el cuento del elefante amnésico. De inmediato queda atrapado por las brillantes ilustraciones y pasa la página con avidez de piraña. Pero al otro lado aguarda un pirata sanguinario que canta ópera y se alimenta de tuétanos. Entonces, la sed de aventura le devora y avanza veloz, derrapando entre viñetas y párrafos, para colisionar fatalmente con el joven Holden Caulfield, al que han expulsado otra vez del internado, y que, como él, no encuentra su lugar en el mundo. Noqueado, no puede parar, y deambula de cataclismo en cataclismo, padeciendo con el hombre que se convirtió en cucaracha; deslumbrado por las fantasías de un cuarentón norteamericano hacia una preadolescente. Da varias vueltas al mundo, pasa unas semanas en Macondo y varios milenios escalando una Montaña Mágica. Algo cansado, decide anidar un rato en un verso de Neruda. Entonces el niño se mira las manos, que ahora son quebradizas y huesudas, las de un anciano. Todavía perplejo, ve cómo el poema que leía comienza a emborronarse con lentitud, creando un vórtice de tinta. Desafiante, acepta el reto y se arroja al abismo, permitiendo, sólo por esta vez, que un sueño atroz le derribe los párpados.

jueves, 13 de febrero de 2014

Reencarnación del sábado noche

  
 La fiesta era tan loca, el ponche suministrado tan sublime y efectivo, que llegada cierta hora, nadie logró recordar si era ángel o demonio.  No hubo forma de distinguir entre querubines ataviados con cuernos de plástico y rabos de fieltro, y súcubos envueltos en lino blanco con encantadoras alas de vulgar algodón. El caso es que, al ritmo de una desquiciante música ultramoderna, una legión de criaturas sobrenaturales  danzó poseída la última canción del baile de máscaras, celebrado en algún punto intermedio entre el cielo y el infierno. Después de la monumental  juerga, tras abundantes plegarias diabólicas y no pocas cópulas celestiales, todos partieron, ebrios e indecisos, sin tener muy claro a qué bando pertenecían ni hacia dónde dirigir sus pasos. No obstante, de una forma u otra casi todos  encontraron un cálido vientre materno donde alojarse y nacer al día siguiente, sin saber muy bien quiénes eran,  con una horrible resaca, pero con el propósito firme de empezar de cero.






miércoles, 15 de enero de 2014

Glaciación o el valor de la familia

 


   Cierto es que tío Arturo no es la más afable de las personas: su trato áspero en los días buenos y abominable tras una noche de aguardiente es solo equiparable a su halitosis legendaria. Además, suele aderezar sus comentarios hirientes con exuberantes series de flatulencias y eructos que, ejecutados de forma simultánea, hacen de él un ser extraordinario, digno de estudio. También es verdad que esta ventisca cruel aumenta su violencia hora tras hora, y que hace días que no encontramos leones famélicos, cebras moribundas o despojos de ñus, ni siquiera un pobre masái medio congelado; que ya no se divisan árboles en esta llanura azul y que, de no ser por tío Arturo, no hubiéramos sobrevivido a la última semana glacial. Pero esta mañana no estaba, había huído antes del alba mortecina. Y ahora vagamos tras su rastro por la nieve, una inequívoca huella coja de bota izquierda y bastón. Echo de menos a tío Arturo y sé que no nos portamos bien con él pero, para ser justos, tampoco nadie imaginó que se helaría el Serengueti durante un apacible safari fotográfico. Ni que los parientes más rancios tendrían un muslo tan sabroso.



Este texto es mi propuesta para el mes de enero del certamen Esta Noche Te Cuento, con el tema: "Tras su rastro por la nieve". También podéis leerlo en ese maravilloso espacio haciendo clic aquí.
   




jueves, 31 de octubre de 2013

Enamorados


 Hacia el crepúsculo es fácil encontrarnos encendidos de deseo, rodando colina abajo en un amasijo de huesos pálidos. Ya a la sombra lunar de los cipreses, encajamos las caderas con estrépito y alborotamos, crujientes y sonrientes, a los ingrávidos murciélagos. Nuestras risas agitan el sueño de los vecinos, que se remueven indignados. Pero nada resulta tan placentero como cobijarnos tras el pedestal del ángel doliente, quien no puede evitar un leve temblor ¿puede sentir envidia el mármol?─ justo en el momento del clímax, y levantar una difusa aura de polvo de nieve. Ya satisfechos, nos complacemos en las grietas provocadas en los mausoleos y reímos imaginando el terror de los aldeanos, que cada noche sienten con pavor nuestro seísmo, sin sospechar de nuestra cita diaria de medianoche, sin recordar cuánto odiaban nuestro amor de hombres. Ignoran que, a pesar de ellos, surcamos esta noche eterna abrazados. Ahora, acurrucados el uno junto al otro, dormitaremos exhaustos mientras el aire gélido se cuela por nuestras cuencas vacías, serpentea entre nuestros dientes y sale por el orificio del calibre 38 que adorna nuestros parietales, produciendo un curioso silbido.


Este relato, tan apropiado para un día como hoy, es mi aportación al mes de octubre de Esta Noche Te Cuento, con el tema de "Cita con la muerte". También podéis leerlo en ese mágico rincón pinchando cuidadosamente aquí. 

miércoles, 5 de junio de 2013

La princesa calva

    Desde que ha descubierto un castillo en miniatura bajo el bonsái que le regaló su tío sus días son menos tediosos. Las horas vuelan mientras  alimenta con migajas a los minúsculos (aunque  voraces) cocodrilos que habitan el foso. Hoy, una bandada de colibrís magenta ha anidado en una almena. A veces juega a estornudar para espantarlos, y ríe cuando le hacen cosquillas en la nariz con su frenético revoloteo. En el interior hay un príncipe. Es delicado y solitario, y al atardecer baila claqué sobre el puente levadizo, aunque su danza posee una cadencia triste. Ella sueña con el día en que termine de menguar (cada día se nota más liviana) y, ya diminuta, puedan ser amigos y jugar a adivinar el animal en el que tornará una nube, o el color que adquirirá  el sol justo antes de perder el horizonte.  “Pero eso tendrá  que ser mañana. Ahora debes descansar, pequeña”. Dice la enfermera, cogiendo su arbolito y dejándolo junto a la ventana. Y ella protesta débilmente, porque allí no puede verlo bien. Apenas consigue vislumbrar los multicolores fuegos de artificio que escupen ya las esbeltas  torrecillas, todos en su honor, dándole la bienvenida.

Relato seleccionado en el mes de mayo del 3er Certamen ESTA NOCHE TE CUENTO. 
No sé cómo, pero ha vuelto a suceder,¡he vuelto a ganar el ENTC! Este relato también aparecerá publicado en el libro de esta tercera edición. Pinchando aquí podéis consultar los demás ganadores y sus textos. Mi enhorabuena a todos los seleccionados y mencionados. 

lunes, 8 de abril de 2013

Abuelo







Abuelo, me llevas al zoo?
Te he dicho mil veces que no me llames así. Soy tu tutor senior de adiestramiento. Y no es un zoo, es una bio-reserva de análisis de conducta. Ya deberías saberlo. ¡Hace dos semanas que te instalaron el software pre-adolescente 2.0!
BX-512 asiente dócil, pero configura una mirada suplicante con un 12% de terquedad y leve expresión traviesa que hace suspirar al anciano. Este, resignado, coge la mano de su nieto-ciborg de 3ª generación con sólo un 25% de ADN humano, y  juntos se encaminan al “zoo” bajo un cielo inoxidable.  
Cuando llegan, el sol rezuma unas últimas llamaradas desvaídas antes de que el firmamento se plague de estrellas borrosas. Luciérnagas que persisten sobre la atmósfera contaminada. BX-512, con la nariz pegada al cristal polarizado, observa curioso. Al otro lado, ajena a todo, una hembra 100% humana amamanta un bebé bajo una higuera. Más allá, una joven pareja copula tras unos arbustos, entregada a un frenesí salvaje.
¿Qué hacen, abuelo?
El viejo calla. Un fluido salado y caliente desborda su lagrimal y repta lentamente rostro abajo.
No lo sé. Ya no lo recuerdo.
Sobre ellos, la Estrella Polar titila, quizá por última vez, indecisa.








domingo, 10 de febrero de 2013

HIPNOSIS

Imagen tomada de la red
      Al despertar se encuentra en cuclillas sobre el escenario. Lleva una cresta de fieltro rojo sobre la cabeza y, con las manos en las axilas, agita los codos arriba y abajo mientras cacarea como una gallina. Estupefacto, enmudece y observa a su alrededor. El patio de butacas está casi desierto. Sólo la segunda fila aparece ocupada por sus tres compañeros de oficina: Rosales, sabelotodo y lameculos profesional, tiene la cabeza entre las piernas y un paraguas ensartado en mitad de la espalda; la señorita Martínez, una arpía de pechos caídos y lengua venenosa ─la misma que contó a todos que su mujer le había abandonado por su ginecólogo─, admira las molduras neoclásicas del techo con los ojos fuera de las órbitas y el teléfono móvil atascado en la garganta; y García ─quien se ha empeñado en que les acompañara al teatro, animándolo a salir voluntario: “ya verás qué risa”, le había dicho mientras le propinaba irritantes palmaditas en el cogote─, luce un cable de micrófono enrollado al cuello y una estilográfica clavada en cada ojo. Frente a esa escena espeluznante, Gutiérrez, todavía agachado en pose gallinácea, sólo acierta a preguntarse dónde estará el hipnotizador. Y quién le ha despertado.



Relato ganador (junto a otros dos magníficos textos de Sara Lew y Xavier Blanco) del mes de enero del certamen ENTC. Así pues, lo logré. ¡Me he colado en el libro de la 3ª edición de ESTA NOCHE TE CUENTO!

lunes, 7 de enero de 2013

Adivina quién viene a cenar esta noche


      Esta Navidad, mis padres han tenido una idea aún más absurda que de costumbre: invitar a cenar a una familia de nativos polinesios de una isla de nombre impronunciable. Y aquí están, plantados en mi salón con sus taparrabos y abalorios, un tanto temblorosos (fuera estamos a  2 C⁰), mirando atónitos el parpadeante abeto de plástico. Son cuatro, dos adultos y dos adolescentes. Mi madre les ha agasajado con todo un repertorio de canapés y turrones, pero no ha logrado que los prueben. Ni siquiera el humeante pavo ha quebrantado su persistente quietud. Al final hemos decidido empezar nosotros, por si así entendían que esto va de comer a saco. Pero nada. Al acabar la cena, mi padre, zambomba en mano, ha iniciado un desquiciado popurrí de villancicos clásicos, animándolos a bailar con un ridículo trotecillo que, afortunadamente, ha languidecido frente a sus impasibles miradas. Yo, a punto de morir de vergüenza, me he refugiado con mi smartphone bajo el piano, pero desde aquí puedo ver que nuestros invitados han empezado a moverse lentamente, rodeando a mi familia. Parece que ejecutan una extraña danza ritual. Ahora abren desmesuradamente sus  bocas, mostrando unos dientes enormes y afilados. Y parecen realmente hambrientos.











Relato mencionado junto a otros nueve en el certamen ESTA NOCHE TE CUENTO de diciembre. Hecho que me hace muy feliz.

martes, 18 de diciembre de 2012

Gratitud


   Relato con el que participé en el certamen Esta Noche Te Cuento  del mes de noviembre. El tema era "Como el fuego". He estado tan liada que había olvidado publicarlo. 



      La casa está en llamas, y nosotras ya estamos muertas. Lo vi venir en cuanto encendiste ese último cigarrillo diciéndome con mucha guasa que a tus ochenta y cinco el tabaco ya no iba a matarte. Después, entre lentas caladas, comenzaste una de tus digresiones nostálgicas sobre lo hermosa que fuiste. “Podía haber tenido a cualquier hombre, querida, pero el matrimonio no es para mí, ¡siempre fui un espíritu libre!”, decías siempre. Y nos dormimos. Tus dedos enredados en mis orejas y yo ronroneando estruendosamente. Cuando desperté, las cortinas ya ardían, crepitantes y vivarachas. Pensé en alertarte ─un leve arañazo hubiera bastado─ pero entonces vi el incendio reflejado en tus ojos. Y que en lugar de apretar el medallón de teleasistencia domiciliaria, te arreglabas el pelo con cuidado, colocabas las manos sobre el regazo y adoptabas una postura glamurosa, muy digna ─como de estrella de cine mudo─ mientras te disponías a contemplar cómo el fuego daba cuenta de las fotos de familia. Noté que me rascabas cariñosamente la nuca, y supe que me agradecías el sutil empujoncito que le había dado al cigarrillo.