martes, 16 de junio de 2015

La epidemia

   Hubo una epidemia letal y morimos todos. Unos antes y otros después. Cuando llegamos al Más Allá  estábamos muy cabreados y arrugados como sanguijuelas famélicas. Queríamos vengarnos por esa mala jugada del destino, pero apenas podíamos movernos y sólo encontramos a mano pezones de dulce néctar. Así que nos pusimos a lactar con avidez. Esa actividad nos sumía en un profundo sopor, calmaba nuestro llanto y nos diluía la memoria, pero no el instinto de revancha. Así pues, succionamos durante meses, engordando nuestros tiernos cuerpecitos de forma atroz. Para cuando fuimos capaces de soltar el pezón y acometer la venganza, la amnesia era ya irreversible. No recordábamos nuestro propósito. Sólo persistían la eterna insatisfacción y esa pregunta nebulosa. Y nos dedicamos a deambular durante años, buscando algo intangible y escurridizo, aunque de vital importancia. Algunos fundaron estirpes, otros se alistaron en ejércitos, y los más listos durmieron largas siestas. Entonces hubo una epidemia letal y, unos antes y otros después, morimos todos. 



Imagen: M.C. Escher

6 comentarios:

Alfonso González dijo...

Me encanta. Ha exigido varias lecturas, y cada vez iba quedándome más y más de piedra. ¡Qué demoledora visión de la existencia humana, desde que nacemos hasta que morimos: el olvidado origen, esa venganza evanescente, la angustia existencial frente al determinismo, las preguntas con que intentamos en vano iluminar de sentido a la vida...! Y cuando perecemos, volver a empezar da capo. El eterno retorno. Alfa es omega. Y viceversa.

Me ha gustado el vuelo poético de la narración, su tono como de diario apocalíptico, intenso y desgarrador. Hace que haya disfrutado el doble. Sinceramente, me parece muy bueno.

Susana Villar dijo...

¡Fantástico! Breve pero enorme en significado. Como ha dicho Alfonso González, recuerda a Nietzsche en su visión débil y cíclica de la humanidad... O, al menos, a mí me ha inspirado eso. ¡Tienes un gran blog!

Jes Lavado dijo...

Exactamente eso, Alfonso. Lo has interpretado a la perfección. Lo cual me alegra y alivia, pues temía que el texto fuera incomprensible.
Estimados lectores que no comprendan a la primera el significado de mi breve epidemia: les remito con entusiasmo al comentario anterior.
Y a ti, Alfonso, te quedo agradecida.

Jes Lavado dijo...

Susana, cuánto me alegra que hayas pasado por este recóndito escondrijo y además hayas tenido la generosidad de dejar una huella tan amable, lo cual es algo bastante infrecuente en estos tiempos. Gracias por tus palabras y por favor, vuelve cuando quieras. Encantada.

Alfred dijo...

Un cuento de una realidad incontestable, preocupante por eso y de una calidad muy apreciable.
Un saludo.

Jes Lavado dijo...

Gracias, Alfred. Eres muy amable. Respecto a la realidad del cuento, no debes preocuparte, te aseguro que es pura ficción. Aunque nunca se sabe...
Un abrazo.