Relato con el que participé en el certamen Esta Noche Te Cuento del mes de noviembre. El tema era "Como el fuego". He estado tan liada que había olvidado publicarlo.
La casa está en llamas, y
nosotras ya estamos muertas. Lo vi venir en cuanto encendiste ese último
cigarrillo diciéndome con mucha guasa que a tus ochenta y cinco el tabaco ya no
iba a matarte. Después, entre lentas caladas, comenzaste una de tus digresiones
nostálgicas sobre lo hermosa que fuiste. “Podía
haber tenido a cualquier hombre, querida, pero el matrimonio no es para mí,
¡siempre fui un espíritu libre!”, decías siempre. Y nos dormimos. Tus dedos enredados en mis orejas y yo ronroneando
estruendosamente. Cuando desperté, las cortinas ya ardían, crepitantes y
vivarachas. Pensé en alertarte ─un leve arañazo hubiera bastado─ pero entonces
vi el incendio reflejado en tus ojos. Y que en lugar de apretar el medallón de
teleasistencia domiciliaria, te arreglabas el pelo con cuidado, colocabas las
manos sobre el regazo y adoptabas una postura glamurosa, muy digna ─como de
estrella de cine mudo─ mientras te disponías a contemplar cómo el fuego daba
cuenta de las fotos de familia. Noté que me rascabas cariñosamente la nuca, y
supe que me agradecías el sutil empujoncito que le había dado al cigarrillo.