jueves, 27 de septiembre de 2012

Algunos aforismos literarios



   Estos son algunos de los aforismos recogidos en el libro El equilibrista, de Andrés Neuman. Obra compuesta a su vez por tres libros de aforismos que hacen un recorrido por la vida cotidiana (I), la estética y el arte (II) y la escritura y la literatura (III) y por Diario de un aforista, pequeña colección de microensayos que plantean una profunda reflexión sobre el lenguaje literario y otros aspectos. Me ha parecido una lectura muy interesante y necesaria, que arroja luz sobre algunas cuestiones con las que topamos inevitablemente quienes intentamos, con más o menos fortuna, juntar palabras, atrapar pensamientos y narrar historias.
     Aquí dejo mis preferidos, más que nada, para tenerlos siempre a mano.


Escribir no es un deseo: es una orden.

Corregir es el aprendizaje más terrible: ¿cómo es posible que, para escribir apenas un poco mejor, tengamos que entender que escribimos tan mal?


La corrección es el segundo turno del talento.


Cuando no escribe, un cuentista se halla en estado de expectación. Un novelista, en estado larvario. Un poeta, en estado de susceptibilidad. Y un ensayista, en estado de confusión.


¿Forma y contenido? Cualquier escritor sabe que ha conseguido decir lo que quería solo cuando siente que lo ha dicho como quería.


En el sueño nacen los relatos. En la vigilia suceden los textos.


Un adjetivo es un acto de valor.


El cuento es un dardo. La novela, un radar.


Puntúo como respiro; respiro como puntúo.


La escritura es, en última instancia, un acto de entrega física.


La diferencia entre un mentiroso y un cuentista es que este último tiene el don de la oportunidad.


Si el personaje de un cuento se limita a representar una idea, la historia quedará hueca. Pero si el personaje aparece henchido de contradicciones, la narración correrá el riesgo de extraviarse. He ahí la delizadeza del cuento, su difícil medio hacer.


Organizar el miedo y luego dispersarlo: eso es atmósfera.


Leer como si, dentro de un minuto, nos fueran a apagar la luz.




Andrés Neuman (del libro El equilibrista)





2 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Es la primera vez que me acerco, Jes y me alegro de haberlo hecho por varias razones.

Una, por descubrir un rincón en el que me ha gustado mucho de lo que he visto, y por ello -con tu permiso- me quedo asomado a tu ventana.

Otra -vanidad obliga- por descubrir que pasas por mi rincón y tener la oportunidad de agradecerte que lo hagas y que dejes rastro del camino en tu blogroll.

La tercera, porque ahora podré yo corresponderte y así enterarme cuando publicas algo nuevo, a la vez que señalo el camino hacia aquí a aquellos amigos que no te conocen y quieran acercarse.

De esta entrada en particular, ¿qué decir? Don Andrés es un fenómeno y estos aforismos lo demuestran.

Un saludo,

Jes Lavado dijo...

Bienvenido Pedro. Yo te sigo desde hace algún tiempo. Muchas gracias por enlazarme en tu blog. Nos leemos!
Saludos.